miércoles, 31 de diciembre de 2008

2008

Se termina el año. Feliz, muy feliz estoy. No podría de otra forma estarlo porque estoy en el tiempo, en el espacio. Porque puedo transmitir, porque vivo, porque respiro.

Avanzo y retrocedo; caigo y me levanto y me vuelvo a caer para estar sentado largo tiempo.

Lindo año, de muchas sensaciones. Este viajero ha recolectado información que atesorará en su corazón.

Gracias lector por pasar por aquí. Vive tus sueños, vive tus deseos. Vive.

En la foto: mi madre (felicidad), mi padre (supervivencia), mi hermana (salud), yo (voluntad).

domingo, 7 de diciembre de 2008

Abuelita


He aquí, Martha Dalila. Mi abuelita. Tan linda ella. De variados tonos:
alegre, retona, graciosa, vanidosita, de buena memoria. La que sabía que luego de tener mi licencia, faltarían mis frenos para los dientes y mi libreta militar para tener felicidad (a mis 20 años).

A quien me robaba sus bolos. A quien le preguntaba la famosa ascendencia nuestra desde españa. Quien nos recibía con la comida lista al poco tiempo de llegar a visitarla. Quien nos dejaba desgranar el maíz para las gallinas ya alimentadas. Quien me mostraba cómo buscar los huevos de las ponedoras. Y que a pesar de todo, nunca nos retó por jugar en su hamaca como la canoa imaginaria.

La que sabía mucho, la que sabía poco. Como fuera dicho en su misa, su vida la vivió completa. ¿Qué le faltaba vivir? ¿Qué palabra hubiera faltado que de ella no haya salido? ¿No hubo persona acogida por ella en su casa y en su presencia?

Abuelita Martha, abuelita. Ya no estás aquí, pero dejaste con nosotros el recuerdo tuyo en otras 6 marthitas: tus hijas. Gracias por tu última sonrisa. Por siempre, y desde mi primer hasta mi último recuerdo de ti, a tu salud abuelita.