viernes, 23 de octubre de 2009

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Estoy muy conmovido. Qué puedo decir al tercer día de mi cumpleaños sino escribir más letras de agradecimiento para que el corazón pueda seguir desbordante. Que salga lo bueno, lo bonito, lo delicioso al alma. En este caso tal vez mi ejercicio en este borrador literario sea contarles dónde están estas joyas.

Las reconozco en la impaciencia de parte de mi familia, mis amigas y amigos por celebrar conmigo este día especial. Más de uno se veía mil formas para agasajarme sea en el regalo, en el mensaje, en la llamada telefónica -valga decir que no tener celular pudo incomodar a más de uno- y en la misma celebración.

Particularmente, estoy viviendo días primaverales en el corazón de mis moradas. Estoy paseando muy a plácido por mis jardines floridos, gozando de tierra fecunda y no dejo sino de vivir cada momento en contemplación cuando me quedo reposado en su cesped. Es más que necio decirlo pero sépase que yo prefiero el vuelo a la caminata y ahora me desvelo entre el suelo y el cielo.

Finalmente, tal vez la normalidad de ese día fue un lujo que pude vivir. Justamente porque en una fecha que los mortales la hacen memorable para recordar un año más de vida hácela complicada por sus celebraciones y ágapes. No obstante, la deliciosa y mundana rutina me fue dada por cada quien que me permitiera vivirla en mi trabajo como profesor, disfrutando la inmensa alegría de mis estudiantes -queridos ciertamente- y en no esforzarme por complacer a nadie más que a mí en la monotonía. Por eso, pude trabajar normalmente, entrenar normalmente, chatear de costumbre y claro, eso sí, responder cada muestra de cariño individualmente.

Aquí con ustedes el cariño kendoka. Veinte y un hermanas y hermanos guerreros (otros no pudieron pelear o estar presentes), demostrando conmigo que en la esgrima japonesa se puede amar.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Inicio - Fragmento

Te agradezco tu compartir

Tras un largo caminar
por las calles llenas
agotado de la mentira
tras palabras absurdas
de las personas que te lastiman
caminar caminar y caminar en las calles llenas
de mentiras, ipocrecia
ipocrecia de la gente con la
algun dia caminaras
gracias

Autor anónimo (por ahora)

domingo, 18 de octubre de 2009

En tus prados virginales

Comprendo tu ser de terrestre. Tu mirada hace que el sueño se convierta fútil e innecesario. La esperanza sólo sirve bajo cantidades, números probabilísticos y aún así, yo no sé qué me atrae estrellarme en tu suelo.

Comprendo tu ser de tierra. Que levantes paredes y muros y murallas incluso las considero yo retos para bordearlas, escalarlas, saltarlas. Mas la lógica mía no va con la tuya.

Es que no entiendo de tus cosas terrenas que mis cielos se hacen más agradables. Mis vuelos son mi vida. La nube, el sol, la luna paisajes familiares. ¿Qué motivación debería tener para abandonar el éter?

Es tu geografía que a la distancia la hace más rica. Cuando toco pie en tus prados suelo dormirme incauto. Entonces, ¿morir cerca de ti? O, lejos de ti.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Paraíso de plástico


Para antes de irse a dormir a la cama. Con mucho cariño, para sus hijas e hijos.

Hoy fui a la tienda de juguetes. A la juguetería. Qué alegría porque estaban todos los juguetes que siempre había soñado. Estaban todos los muñequitos de mi colección: las naves, los enemigos, y las versiones más chéveres de los personajes principales. También me gustó ver el tanque que le habían regalado a mi amigo.

Espero que mi mamá pueda comprarme algo. Pero tal vez tenga que esperar un mes más para comprarme un juguete nuevo con mis ahorros.

Estoy feliz en la juguetería.

lunes, 12 de octubre de 2009

Ante mi muerte

Póngaseme en el piso. Agua pondrá sus manos sobre mi pecho, Tierra sostendrá mi cabeza y Fuego se acercará con voz comandante y esperará que Aire diga el momento preciso para decir: Gustavo, levántate (puede ser un susurro al oído; no es el tono sino la autoridad). Sólo si se desea que regrese.

Aparente renuncia

Si no tengo celular es porque gano más comunicación por diversos medios ya dejados.

Si dejé la carne a un lado es que aprecio la vida animal.

Si renuncio a dios es porque me acerco a quienes ya están separados por aquél mismo, en comunidad sin fronteras.

Yo le digo sí a la vida a pesar de que vea la muerte a mi alrededor.

Yo acojo tu diferencia a pesar de que por apariencias no vea la unicidad del todo.

Vivo mi magia a mi manera. Vive la tuya a la tuya. No sigas mi camino. Sé feliz. Sé triste. Vive y renace a tus muertes constantes.

Baja tus defensas que ellas solo generan más miedos.

viernes, 2 de octubre de 2009

Marlena

Del libro en producción "Ibara, escuela de magia"

Marlena fue una compañera más que gustaba mucho de escaparse de cuando en tanto a los pinos que estaban detrás del edificio principal de la escuela de magia en donde nos conocimos. Ella se destacaba particularmente en la clase de meditación. Tal vez usted no comprenda y a la vez sí. ¿Ha hecho el simple gesto de concentrarse como cuando prende una hornilla pero con un fósforo? Eso mismo se vive constantemente en esa clase pero imagine que la hornilla es su misma alma, su espíritu, su 'como usted le llame o reconozca'. Marlena podía inflamar el cuarto, el salón entero y los demás sentíamos esas llamas de despojarse del universo, de quitarse la ropa llamada 'apego material' para poder volar. Simplemente volar.

Pero regresando a los pinos, siempre disfrutré de verla caminar. Nunca me atreví a ser alguien allegado a ella. Seguramente me hubiera hecho uno de sus amigos porque no ostentaba fama o particular carisma social, justo la persona que suele caerme bien. Así, cuando se acerca a conversar con estos árboles, la miraba, aprendía de ella. ¿Qué hacía de esta mujer algo tan especial que me despertaba pedirle vivir siempre en mi jardín sin que sea una mascota? ¿Qué podría ofrecerle a esta ave de vuelo raudo? Nada. Su belleza justo yacía en su libertad. En su melancolía. ¿Era suya o mía?

Yo me retiré finalmente al camino del prestidigitador. Los aplausos, qué puedo hacer si soy vanidoso. Pero, una persona como ella seguro serviría como psicóloga en alguna prisión de máxima seguridad, maestra de niños, asesora presidencial incluso, no obstante ¿dónde toda su riqueza sería utilizada? Esa pequeña seña de tristeza de no saber qué hacer en este mundo absurdo. No sé. Tal vez. De ella pensé un momento eso, cuando la veía conversar con los pinos en particular con uno, sentada en una piedra gris sobre el verde y húmedo césped (solo en zonas montañosas el verde es verde).

Dejo de escribir ya porque tengo que preparar un nuevo número. Lo difícil no es lograrlo increíble sino burdo y creíble.