martes, 27 de abril de 2010

Refugio

Me arrimé a ti mi querido árbol de vida, y soñé.

- Árbol, ¿con qué derecho me haces nacer en tus ramas como flor de primavera? Es invierno y la nieve todavía no ha caído.

Y no hubo respuesta. Pero no me molestó sentir el frío. Su temperatura quebraba el pétalo, la rama. Flor inaudita. Flor desnaturalizada. Flor hermosa y única.

Estoy aquí porque tú lo quieres y pronto vendrá el calor, el sentido común que me hará marchitar. Bendita locura.

Y desperté de tu espaldar. Oh árbol, gracias.