viernes, 25 de abril de 2008

Del otro lado


Hay una imagen que veo en mi espejo y no la identifico aún. Busqué en revistas, fotos. Ninguna que me acuerde. Pensé, -seguro que tú podrías reconocerla. Recordé tu vida en mi vida.

Para ti soy la belleza. La suma de las virtudes. Una vida no basta para recibir de ti tanto halago. Soy tu angustia si te doy ausencia. Soy el insulto bien recibido. Soy lo absurdo en tu lógica. Eres solaz en mi regazo. ¿Dónde más apoyarías tus brazos si no es al rededor de los míos? Dos almas a punto de fundirse. Quemarse. Explotar de amor.

Y mi vanidad una vez más quiere recordar ese ser amado en el espejo pero la imagen se proyecta distorsionada.

Ayer la busqué. Pensé que estaba deseada. Extrañada.
Y el reflejo seguía ajeno.

jueves, 24 de abril de 2008

Sonata de Verano

Soy viento y abrí las alas
de la absurda imaginación.
Soy agua y dejé mi risa
pasar al obnubilante temor.
Soy fuego, soy todo
pasión, lujuria, sentidos, calor.
Soy tierra y recibo
para darme en razón.

Seáis vosotras bienvenidas
a la nueva generación que aflora.
Os doy una especie que acoge
a la luz o a la sombra.
La primera que quiere
en fulgor de pureza estallar
y la otra en oprobio se tienta
cada pecado probar y abrazar.

La madre a distancia
observa crecer
a sus hijas e hijos
un lado escoger.
Contenta se encuentra
que el espectro sea tomado.
Arcoiris de sombras
de negros, grises y blancos.

Tierra se anonada
disuelta en elementos
del viento, el agua,
la tierra y el fuego.
Que brille la luz
en cada uno de ellos.
En medio de las sombras
otros más se están divertiendo.

lunes, 21 de abril de 2008

Felíz día mi querida Tierra

¡Ay Tierra! ¿Cómo estás? ¿Todavía sigues con temperatura? En serio, si supieras, estoy tratando de todas las formas posibles evitar que sigas sufriendo. No me alcanzan las manos. Y bueno, también admito algo de culpa porque el cigarrillo no lo puedo dejar. Las gaseosas también no sé para qué las tomo. Sigo utilizando más de un aparato electromagnético sabiendo que no me hacen mucho bien. El plástico está por todos lados. Y sé que el proyecto de plantar un árbol sigue en lo mismo.

Por otro lado, estoy muy contento de ser vegetariano. No sé si estoy bien o mal de salud. Ya visitaré un médico para que me lo diga. Cada día encuentro más sentido a esta experiencia. Trato de que la balanza se ponga a punto de justicia y este trabajo me enferma mucho. Somática y psíquicamente. Conozco a muchos interesados en demostrar respeto hacia a ti. Incluso podría decirte que intuyen que estás tan viva como una hormiga, una ballena o más aún, como otro ser humano. Por ahora, sólo yo sé -hasta donde he podido averiguar- que en una piedra está la vida también. Asumo, pero sólo es elucubración, que hay más de uno que pensará así.

Tierra, mi querida Gaia, ¿quién sufre más? ¿Acaso Tú? ¿Tus criaturas? Estoy consciente que no es el mejor lugar para venir de paseo. Tus otras hermanas siguen un proceso muy saludable. Pero mejor no hablemos de aquello que es tu día. Un hermoso día. Hoy voy a caminar un poco más. Respiraré tu mejor aire. Cuidaré el agua preciosa. No utilizaré electricidad innecesaria. Y por supuesto, le diré a todos mis amigos de este día en particular. Luego me contarás de tus obsequios recibidos.


Feliz día querida Tierra. Mi querida Tierra.

viernes, 18 de abril de 2008

Sólo alma

Qué eres emoción. Todavía no te logro comprender. No me fijé el día que echaste raíces. Eras una pequeña semilla. Ahora, metástasis en mi ser. Se suponía que vendrías a mejorar mi humanidad pero al contrario me hacías ver que la misma era simple, vana, mortal.
Eres soledad, miedo, angustia. Eres inquietud, desvarío. Atropellas la conciencia. ¿Dime un día que tu voz no haya sido causa de sosobra? Eres el celo en la inseguridad. ¿Qué tirano hizo de ti el vacío en el alma?

Yo amaba realmente. Con pureza. Del que encuentra al alma con ojos de alma. ¡Oh, sí! Canto de los dioses. Entrar al jardín del corazón amado y saber la belleza. Conocerla, contarla y vivirla. Nunca mi amor produjo lágrima alguna. ¿Puedes tú decir lo mismo? Yo me jacto y ahí tú me has manchado. De lo que hubiera sido sabiduría es ahora codicia. Arráncame la vida emoción. No te extiendas más. ¿Qué comedia cruel es ésta? De mí nada más te puede alimentar. Mira este corazón desnudo, lánguido en su palpitar. Apura ya. Que quede sólo el alma. De un tirón. No serás ahora el escrúpulo ni la mojigatada. Sé eso, ceguera. Por fin, acaba ya, y deja que el amado sorba de ti amarguras y recuerdos.

jueves, 17 de abril de 2008

Insulina por favor

-Poncio Ludovico, di que yo soy la más hermosa de toda la aldea. Di que las niñas de tus ojos se pusieron celosas de verme. Di que soy la última gota de agua del desierto.

-Sí, mi amada Sinforosa Bertilda. Eres la más hermosa de toda la aldea. Eres la desdicha de las niñas de mis ojos que al verte se pusieron celosas. Eres el oasís...

-... la última gota de agua del desierto.

-... la última gota de agua del desierto que calma la sed del que desfallece.

-Oh, Poncio Ludovico. Tú, de mirada seria y brazo de acero. Qué felicidad. Mi alma se... oh... mira... las vecinas no dejan de mirar hacia acá.

-Tal vez, sea que tú, doncella de cabellera de virgen de pueblo, atraigas sus miradas. Te habías fijado en Laura Teodosia, la de risos bermejos, y Libitina Encarnación, de sonrisa tronchada. Te envidian porque estás conmigo.

-Calla, calla mi bestia amada. Esa boquita cerradita se defiende mejor. Y sigamos paseando por los prados. Mira, mira nomás a la aves. Son la creación al amor. Así, toma mis manos... no las sueltes Poncio Ludovico y bésame.

-Sinforosa Bertilda, ¿qué manjares has llevado a esa trompita?

-Solo un encebollado esta mañana, ¿por?

-No, nada... sigamos pues... caminando hacia el horizonte atardecer.

Paréntesis

De los cuentos Pergaminos de Leuriq Noa
Tengo que dar una mala noticia. No encuentro a dónde se ha metido Leuriq. Sé que partió a tierras lejanas pero al parecer, algo le habrá pasado porque no da señales de vida. Gaia, o como he escuchado decir en su mundo, Tierra se lo trago.


Sólo de investigar un poco hacia dónde habría partido, tuve la oportunidad de pasear por su ciudad. O mejor dicho, sus ciudades gemelas: Laqui y Gau. Son pequeñas y aunque les suene pedante, no encontré nada fantástico. Tal vez llame la atención que ya no se navegue sólo por los ríos, sino más bien se utilicen flotadores y voladores. Esos sí que me raptaron de gusto.


De donde vengo, la movilización es muy rústica. Sólo canoas. Pude adquirir dos boletos para subirme a cada uno de ellos. El flotador que tomé fue para visitar la isla de Gau. Como no tenía equipaje, subí directamente. No tuve que hacer revisión de prendas. Al principio pensarán que es un barco común y corriente de milenio pasado -redondo, con corredor circular y camarotes centrales- hasta que escuchas el explotar violento de las flotas de aire, o como se escriba, parecidas a pompas de jabón, que sacuden toda la nave y en un impulso la elevan del río a distancia de 2 cuellos de dragón. Adentro no ofrecieron ningún servicio de comida o entretenimiento. Igual en Gau buscaría algo para comer. Cuando llegué, me di cuenta que era ciudad arbórea. Ya eso me disgustaba. No quería tener bichos en mi plato pero para mi sorpresa, las casitas pegadas a sus árboles enormes mantenían la limpieza que el Ordinal de la ciudad pedía a cada uno de sus colonos. Estando Helios con todo su brillo de medio día, la Gau se acobijaba con los gigantes verdes y parecía un refugio de majestuosas hojas permitiendo uno que otro rayo de luz entrase para iluminar sus sendas y recovecos. No hablaré de la comida porque no tengo tiempo.


Regresando a mi búsqueda, decidí tomar una balsa sólo porque el río estaba resguardado de bestias. Camino hacia Laqui pensé que Noa estaría sufriendo por los signos del pronto amanecer. Por eso, habría dejado a la carrera su laboratorio buscando respuestas y en vista que la gran sabia Varna no estaba para ayudarlo, el siguiente en su lista sería Piro. Menuda sorpresa tendrá. Finalmente, no pude abordar el volador. Me dio mucha pena haber desperdiciado tiempo leyendo uno de los tantos libros que Leuriq guarda apilados en su sala recibidor.


Ahora estoy en la puerta de la diosa. Sólo así podría usted lector saber lo que le estoy contando ya que antes de que se marcharan los dioses y las diosas de este plano, una de ellas en acto generoso construyó el puente y la puerta. Yo, humilde escritor, soy uno más que cruza por ellos para llegar a su mundo y permitir así compartir esta historia. Así como Leuriq, también soy vidente y consciente de la actividad cronistica que tenía para con ustedes pensé que usted o alguien al menos podría estar preocupado de su paradero. Estoy seguro que en vez de haber sido ayuda, tal vez haya avivado más la angustia. Eso ya escapa mi voluntad y deseo. Sin más, abandono lo que -sin ánimo de ofender- es su absurdo de universo, para regresar a mi querida comarca. A la vida sencilla y hermitaña que libremente abracé.


Su servidor,


El Viajero

jueves, 10 de abril de 2008

La Ilusión

La niña arranca la flor
para mamá, para papá.

Por la abuelita
por el abuelito
el avión vuela a su boca,
la papilla se debora.

Dicha de niña,
en brazos de su madre
en el bus,
en el parque,
cuando cruza la calle.

Me ha visto la niña.
Sonrisa regordeta
con cachetes rojos
de oreja a oreja.

Ahora te dejo,
tengo que partir.
Un despertador dice
fin al sueño que espera
la ilusión de encontrarte
cada mañana.

lunes, 7 de abril de 2008

Las letras son de Venus


- Otro cuento, pero no para niños. Es más, ni los traviesos deberían escuchar una historia así. Porque trata sobre el amor.
- ¡Virgen Santísima! Pero si es sobre el amor, ¿por qué no?
- Ya verás.


Todas las mañanas era feliz de levantarse. Se preguntaba, ¿qué nuevas palabras conocería hoy? Era una chicuela y dependiendo de la mano experta, serían a lo mucho vocablos reciclados. La habían puesto nombre griego y no paraba de explicar al curioso su procedencia. Su actividad laboral era agitada. Ora en juergas, jaranas y jugarretas de caballeros medievales celebrando la victoria en una taberna pueblerina. Ora con el jaguar o la jirafa enjaulada después de la caza del expedicionario inglés. No paraba. Cuando llegaba la noche soñaba con su amada compañera que era un puesto menor. O mayor. A veces el orden no te hace anciano. Igual había una separación. Pobre. La buscaba con una excusa. Siempre, mas no había palabra que pudiera unirlas. La noche se encargaba de tomar nota y cuidar de sus plegarias cargadas de cuidados, lágrimas y suspiros.

Un día, su amada se fue. Se cansó que en esta tierra castellana no hubiese mucho empleo. Ella estaba segura que la dolería la partida y se fue sin avisar. Solo una breve nota, que en su absurdo se daba toda por una última vez: "mi J kerida". No hubo despedidas. Pasaron los años y la distancia mermó la mirada cómplice, la compañía tácita, la irreverencia de la amistad. Se supo que incluso, conoció nuevas letras y palabras de dura entonación, más aún combinadas en cifras y códigos. Cuando recibió la carta anunciando la boda en la unidad canina antinarcotráficos K9 se alegró. No necesitaría esperarla más.

Entre letras no se casan. La sociedad sólo estaba lista para ver palabras asociadas mas nunca matrimoniadas. J igual seguirá soñando en el retorno de su querida K. Tal vez, un día regrese en la forma utópica de una palabra no antes escuchada.

Esta historia fue real y por respeto, no se usaron palabras con la letra en mención exceptuando las permitidas por la fuente.

jueves, 3 de abril de 2008

Semilla de Vida


Alcarria
Canompe está bordando. Le falta la letra p y e en el pañuelo. Sabe que su nombre le quedará bien como regalo para que su abuelita recuerde a su joven nieta. El día se pasa sereno, en meditación, sentada en el porche de la cabaña. Es junio y las lluvias son pocas. El viento corre fuerte y contrasta su silbido lejano con el chirrear de la mecedora. Un polvo levantado de un posible visitante es rastro único de vida en el horizonte no tan generoso en verdor.

Alcoba
Con desgano tomó la pastilla blanca y busca entre sus cosas la estampita de Santa Lucía. Hoy le dolía un poco el ojo izquierdo y quería con el otro bueno, rezarla aún sabiendo que la devoción no disipaba el dolor desde el martes pasado. De males el menor pero a Daranina el cáncer era la voz constante, repetitiva del tiempo recorrido. No había consuelo ni solaz. Se sabía amada en la mirada llorosa de su nuera. La ventana muestra poco y su ojito derecho regalará otra lágrima a su almohada.

Ausencia
Adanzo es un buen padre. Desde su puesto ha visto dos colores en la baldosa. La respiración se siente lenta y la cabeza hormiguea mucho. No puede ver a su hija que está en frente. El techo se siente tan lejano y no fuerza la mirada más allá de lo que sus cejas permitan. A ratos se acuerda que hoy llegaría la carga de arroz y su ausencia retrasaría bajar los sacos a la bodega, pero su jefe le ha dicho que se tome el día. Un compañero presente se acerca, le abraza y le repite frases ya conocidas. Otras figuras de negro, toman también valor y le regalan esperanza. Adanzo es buen hijo y deja un lirio como regalo final tras darle dos golpecitos a la losa.