jueves, 17 de abril de 2008

Paréntesis

De los cuentos Pergaminos de Leuriq Noa
Tengo que dar una mala noticia. No encuentro a dónde se ha metido Leuriq. Sé que partió a tierras lejanas pero al parecer, algo le habrá pasado porque no da señales de vida. Gaia, o como he escuchado decir en su mundo, Tierra se lo trago.


Sólo de investigar un poco hacia dónde habría partido, tuve la oportunidad de pasear por su ciudad. O mejor dicho, sus ciudades gemelas: Laqui y Gau. Son pequeñas y aunque les suene pedante, no encontré nada fantástico. Tal vez llame la atención que ya no se navegue sólo por los ríos, sino más bien se utilicen flotadores y voladores. Esos sí que me raptaron de gusto.


De donde vengo, la movilización es muy rústica. Sólo canoas. Pude adquirir dos boletos para subirme a cada uno de ellos. El flotador que tomé fue para visitar la isla de Gau. Como no tenía equipaje, subí directamente. No tuve que hacer revisión de prendas. Al principio pensarán que es un barco común y corriente de milenio pasado -redondo, con corredor circular y camarotes centrales- hasta que escuchas el explotar violento de las flotas de aire, o como se escriba, parecidas a pompas de jabón, que sacuden toda la nave y en un impulso la elevan del río a distancia de 2 cuellos de dragón. Adentro no ofrecieron ningún servicio de comida o entretenimiento. Igual en Gau buscaría algo para comer. Cuando llegué, me di cuenta que era ciudad arbórea. Ya eso me disgustaba. No quería tener bichos en mi plato pero para mi sorpresa, las casitas pegadas a sus árboles enormes mantenían la limpieza que el Ordinal de la ciudad pedía a cada uno de sus colonos. Estando Helios con todo su brillo de medio día, la Gau se acobijaba con los gigantes verdes y parecía un refugio de majestuosas hojas permitiendo uno que otro rayo de luz entrase para iluminar sus sendas y recovecos. No hablaré de la comida porque no tengo tiempo.


Regresando a mi búsqueda, decidí tomar una balsa sólo porque el río estaba resguardado de bestias. Camino hacia Laqui pensé que Noa estaría sufriendo por los signos del pronto amanecer. Por eso, habría dejado a la carrera su laboratorio buscando respuestas y en vista que la gran sabia Varna no estaba para ayudarlo, el siguiente en su lista sería Piro. Menuda sorpresa tendrá. Finalmente, no pude abordar el volador. Me dio mucha pena haber desperdiciado tiempo leyendo uno de los tantos libros que Leuriq guarda apilados en su sala recibidor.


Ahora estoy en la puerta de la diosa. Sólo así podría usted lector saber lo que le estoy contando ya que antes de que se marcharan los dioses y las diosas de este plano, una de ellas en acto generoso construyó el puente y la puerta. Yo, humilde escritor, soy uno más que cruza por ellos para llegar a su mundo y permitir así compartir esta historia. Así como Leuriq, también soy vidente y consciente de la actividad cronistica que tenía para con ustedes pensé que usted o alguien al menos podría estar preocupado de su paradero. Estoy seguro que en vez de haber sido ayuda, tal vez haya avivado más la angustia. Eso ya escapa mi voluntad y deseo. Sin más, abandono lo que -sin ánimo de ofender- es su absurdo de universo, para regresar a mi querida comarca. A la vida sencilla y hermitaña que libremente abracé.


Su servidor,


El Viajero

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