¡Ay Tierra! ¿Cómo estás? ¿Todavía sigues con temperatura? En serio, si supieras, estoy tratando de todas las formas posibles evitar que sigas sufriendo. No me alcanzan las manos. Y bueno, también admito algo de culpa porque el cigarrillo no lo puedo dejar. Las gaseosas también no sé para qué las tomo. Sigo utilizando más de un aparato electromagnético sabiendo que no me hacen mucho bien. El plástico está por todos lados. Y sé que el proyecto de plantar un árbol sigue en lo mismo.
Por otro lado, estoy muy contento de ser vegetariano. No sé si estoy bien o mal de salud. Ya visitaré un médico para que me lo diga. Cada día encuentro más sentido a esta experiencia. Trato de que la balanza se ponga a punto de justicia y este trabajo me enferma mucho. Somática y psíquicamente. Conozco a muchos interesados en demostrar respeto hacia a ti. Incluso podría decirte que intuyen que estás tan viva como una hormiga, una ballena o más aún, como otro ser humano. Por ahora, sólo yo sé -hasta donde he podido averiguar- que en una piedra está la vida también. Asumo, pero sólo es elucubración, que hay más de uno que pensará así.
Tierra, mi querida Gaia, ¿quién sufre más? ¿Acaso Tú? ¿Tus criaturas? Estoy consciente que no es el mejor lugar para venir de paseo. Tus otras hermanas siguen un proceso muy saludable. Pero mejor no hablemos de aquello que es tu día. Un hermoso día. Hoy voy a caminar un poco más. Respiraré tu mejor aire. Cuidaré el agua preciosa. No utilizaré electricidad innecesaria. Y por supuesto, le diré a todos mis amigos de este día en particular. Luego me contarás de tus obsequios recibidos.
Feliz día querida Tierra. Mi querida Tierra.
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