He tenido un sueño muy raro. De un mundo, llamémosle mágico. Donde volaban las personas metidas en grandes tubos. De algo llamado electricidad y pinturas dinámicas. Pero a la vez, su magia contrastaba con su cavernaria manera de vivir. Incluso, formas de dar muerte al ser humano que la más cruenta imaginación se aterraría. No podrán creer lo que vi ahí. Pero no fue un sueño. Las esferas me dicen que sí; anuncian que ya es un nuevo día. Aunque al levantarme, esta realidad no me calzaba.
Fue alterado. Todo. Mi pasado, aquél que yo creo saber fue retorcido y no logro saber su causa. Pero fue mano humana la que atisbo en medio de todo esto. La historia, ¿quiénes son nuestros héroes? Mi familia y mis hermanos, ¿son de mi sangre? Salgo a la calle y algo tan cotidiano como comprar ingredientes para las pócimas de la semana, no dejen escapar en mí ni el mínimo aviso de asombro. ¿Debería estarlo? La moda del momento son los sombreros en punta, color rojo. Ya pronto vienen las elecciones contando a Balanzas y Sagitas entre los favoritos. Imagino que el movimiento Sagitario ha de ganar este siglo. Leo por las calles empedradas los letreros de sanidad: "Restricción a la caza de Darakones hasta nuevo aviso". Y el sueño me vuelve a retumbar. ¿Por qué me siento mareado?
Qué es cierto. Qué es falso. Ya no sé qué lugares son reales ni quiénes están vivos. Y a medida que esta modorra de frugal embriaguez se disipa, una -cuál es la palabra para esa risa interior que descubre una travesura ajena- ah... risa sardónica me cubre interiormente. Alguien de esta Tierra, a la que llamamos Gaia, por primera vez, se atrevió a tanto.
Yo soy el observador. Leuriq Noa. He sido testigo de la evolución de las especies de este planeta por tiempos desde antes que el mismo tuviera voz humana. Jamás había visto a una de ellas, con tanto poder, abrirse paso para sobrevivir.
Yo hice lo mismo. Tuve un propósito que lo empecé hace ya muchos siglos. Tengo deseos de tener otro más. Pero no. Yo no voy a interferir, no mientras ELLA no me quite por lo que luché. Y sin embargo, entiendo que una guerra se formará. No puedo esperar a que empiece. ¡Qué emoción!
Fue alterado. Todo. Mi pasado, aquél que yo creo saber fue retorcido y no logro saber su causa. Pero fue mano humana la que atisbo en medio de todo esto. La historia, ¿quiénes son nuestros héroes? Mi familia y mis hermanos, ¿son de mi sangre? Salgo a la calle y algo tan cotidiano como comprar ingredientes para las pócimas de la semana, no dejen escapar en mí ni el mínimo aviso de asombro. ¿Debería estarlo? La moda del momento son los sombreros en punta, color rojo. Ya pronto vienen las elecciones contando a Balanzas y Sagitas entre los favoritos. Imagino que el movimiento Sagitario ha de ganar este siglo. Leo por las calles empedradas los letreros de sanidad: "Restricción a la caza de Darakones hasta nuevo aviso". Y el sueño me vuelve a retumbar. ¿Por qué me siento mareado?
Qué es cierto. Qué es falso. Ya no sé qué lugares son reales ni quiénes están vivos. Y a medida que esta modorra de frugal embriaguez se disipa, una -cuál es la palabra para esa risa interior que descubre una travesura ajena- ah... risa sardónica me cubre interiormente. Alguien de esta Tierra, a la que llamamos Gaia, por primera vez, se atrevió a tanto.
Yo soy el observador. Leuriq Noa. He sido testigo de la evolución de las especies de este planeta por tiempos desde antes que el mismo tuviera voz humana. Jamás había visto a una de ellas, con tanto poder, abrirse paso para sobrevivir.
Yo hice lo mismo. Tuve un propósito que lo empecé hace ya muchos siglos. Tengo deseos de tener otro más. Pero no. Yo no voy a interferir, no mientras ELLA no me quite por lo que luché. Y sin embargo, entiendo que una guerra se formará. No puedo esperar a que empiece. ¡Qué emoción!
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