Te llevaste el suspiro
por ser abrupta.
Yo miraba la Luna
y me agarraste
sin permiso.
Lamento ser
el vacío del alma
que no calma
tu tristeza
en este anochecer.
Ni tu sorda palabra
ni tu vida muladar
pueden deleitar
la belleza de la aurora
que apurada estalla.
Hoy no.
La soledad puja llorar
algún sobrio pesar.
Déjame a solas,
yo y mi yo.
Lo siento, Lucy abandonada,
pero ella me ocupó
el deseo, la lágrima, la pasión.
Llena, brillante, sigila,
dominante, alunada.
En el fondo del mar
se ha muerto la Luna
y con ella la amargura
lavada en el día nuevo
que presto empieza a brillar.
España de luto por la dana
Hace 2 horas.
1 comentario:
¡Qué buen poema! ¡Quién no ha estado aunque sea una vez en los zapatos de la pobre Lucy!
Ojala que aprendamos a ser como el poeta y enamorarnos de esa bella bruja blanca.
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