domingo, 23 de agosto de 2009

Usanza baladí

No fui yo quien inventara esta historia sino me contaron hace poco sobre María Juanita que llegaba todos los días a su departamento en la calle 13 y San Jorge después de una jornada de trabajo agobiante con deseos de ser abrazada por su recién llegado novio con licencia militar que había estado más de cuatro años en la guerra del golfo luego que hubiera recibido la ciudadania norteamericana por haberse enlistado en una guerra que no era ni siquiera causada por su país que para ese entonces se lo sentiría tan lejano luego de haber intentado por más de seis meses lograr un trabajo así sea de ilegal en la ciudad de Nueva York porque ya no le alcanzaba los pocos billetes sobrantes y porque también el sabor del café con sánduches de cebolla y atún le resultaban tediosos y Antonio pensaba para sí mismo que ya era tiempo de dejar de vivir como miserable y tener algo mejor como cualquier otro trabajador honrado con sueños y promesas por cumplir sobre todo hacia su querida novia que en lágrimas lo despidiera del aeropuerto de la ciudad de Guayaquil un semestre atrás.

Antonio solo pensaba que no podía darle tal noticia a María Juanita después de tantos años de espera y se decía constantemente mientras lloraba y apretaba un escapulario rumiado por el tiempo trascurrido desde su primera comunión que no moriría así en una camilla con las piernas destrozadas por la repetidas balas que recibiera al bajarse del camión interceptado por la milicia Mahdi conocida por no tomar rehenes de tal manera que este extranjero no sería la excepción de esta balacera que lo tumbaría al piso encharcado por sangre y arropado con un inicial deseo de venganza para tornarse en verdadero terror de no regresar vivo a casa y tener el mínimo ardor o placer del beso y la caricia última de la mujer que la noche anterior le diera todo en alma pero más aún en cuerpo de pies a cabeza sin guardarse el decoro ante el verdadero amado.

María Juanita sigue llegando todos los días con el deseo de abrazar a su novio quien no sobreviviera una gripe que parecía común y que supuestamente la había superado por los tres siguientes días pero que de forma súbita le diera muerte con fiebre alta sumada con dolores de cabeza y diarrea en una muerte absurda y sin sentido que ahora trata de olvidar cuando mira la foto más hermosa que tiene de Antonio vestido de militar condecorado con mirada seria que esconde una veta de esperanza que su novia reconoce y besa constantemente para no morir el sentimiento que sabe que los años borrarán y por eso le llora a mares para hacer de su pena su comida y licor desconsolado a la espera de que su corazón no aguante más y decida un día concederle el regalo dichoso de detenerse para vivir en eternidad con él.

4 comentarios:

Mab dijo...

La espera siempre es un error...
Mis condolencias para maria Juanita

Kikyome dijo...

..... ¬_¬' Que puedo decir....si pobre Maria Juanita!
Y yo que comenzaba a olvidar lo de la fiebre aquella! ¬_¬' ahora la tengo en mente de nuevo gracias a ti!

Anónimo dijo...

son realidades dolorosas y muy tristes q aveces uno desea tener otro fin.....el amor no tiene fin

MAGA dijo...

creo que se enamoro muy joven! jajajaja pues como lo relatas nunca tuvo "PAUSA". En un abrir y cerrar de ojos puede aparecer el amor de tu vida!!!