Estoy seguro que se preguntó anteriormente '¿cómo podría inscribir a mi hijo en una de estas escuelas?' si es que claro no lo pensaría primero para poder entrar usted misma. La forma es simple: tiene que ser el deseo con la oportunidad. Y esta conjunción se da en muchos momentos de la vida. La escuela no tiene restricciones de edad, género, ideología, en fin, la escuela tiene claras restricciones pero por ahora no quiero hablar de eso sino más bien cómo fue mi selección.
Durante toda mi vida, lo sobrenatural me resultaba obvio que para mi bochorno tuviera muchos impasses con otras personas. Responder preguntas no dichas o felicitar noticias todavía no dadas. ¿Le ha pasado? Por favor responda sí, que de otra manera no me entenderá. Así, un día de "simpleza" cotidiana me puse a meditar a la luz de una vela y su resplandor fue inusual que realmente pensé para mí que este mundo no era solo mío. Decidido, busqué en cada persona el maestro adecuado. La lista fue inmensa. Créame que una vez miré detenidamente a un niño jugar en forma particular que pensé 'él podría ser mi maestro en disfraz'. Pero no, así no eran las cosas respecto a la selección.
Todo en su momento y es porque la escuela no puede darse el lujo de recibir gente que haga perder el tiempo y sólo llama y escoge personas que estén listas. A punto caramelo y yo pude. Fue camino hacia la biblioteca de mi universidad que cada uno de mis sentidos fueron exquisitamente cortejados con fragancias y colores; ruidos y sabores; el día era un embudo directo a la puerta de la magia y admito que si no hubiera sido generoso conmigo mismo quien sabe si los Maestros de igual manera lo hubieran sido con una segunda oportunidad. Llegué a preguntarle a una señora (al parecer en mendicidad) si había comido pues deseaba invitarle un pequeño refrigerio de la cafetería.
- ¿Me has visto cara de pordiosera?
- Por favor no lo tome a mal que siempre he pasado por aquí y nunca me atreví preguntarle su nombre pero creo que usted conoce de ya mucho tiempo esta escuela y tal vez usted..
- Ah.. bueno, eso sí.. yo conozco muy bien a todititos los que por acá han pasado alguna vez. Y sí, le he visto muchas veces con su mirada perdida. Un día se va a tropezar.
- Válgame -se me suelta una risa- pues sí, usted realmente tiene buen ojo. ¿Le gustaría contarme más historias de este lugar?
- Pero... qué dirán los demás.
- Usted los conoce, de pronto me lo dice mientras comemos un delicioso pastelillo.. o lo que usted desee. Hoy he tenido un poco más de dinero y quisiera sentirme a gusto con su compañía.
Por favor, no me juzgue con una sola acción o una conversación. Solo sé que ese día no pude ser de otra forma porque era lo más atractivo a todo mi ser vivir eternamente así. Por supuesto que era una selección y es la razón más importante de la escuela. Vivir para el servicio, ya que sólo para eso sacerdotes, militares, doctores, abogados, y muchos otros más fueran elegidos para hacer de su día a día magia de verdad.
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